Maldito ese lejano país que sólo he podido pisar entre sueños y viajes astrales.
Maldito.
Malditos los hombres que se llevaron pedazos de mi corazón.
Malditos, pues ellos, no pueden salvarme.
Malditas las noches frías, llenas de soledad, entre flores rojas y amarillas.
Malditas.
Malditas las lenguas que condenaron mi alma.
Malditas las arpías que se esconden en todas partes.
Maldigo mis pies, que no se han podido mover.
Maldigo mi alma, que se ha movido demasiado.
Maldigo mi mente, que con seriedad, contempla el alma que se ha vuelto loco.
Maldita tarde de primavera que te conocí.
viernes, marzo 31, 2006
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