Emociones

Discoteca Oliver. Últimos días de 2003. Era por la tarde. No hacía mucho que habían acabado en el colegio, y me embarcaba en la aventura de empezar una nueva etapa, en la Escuela de Idiomas. Era totalmente una etapa de transición. Emociones entremezcladas y confusas. Pista de salsa. Música de fondo. Poco a poco, iba descifrando el Giulia de Gabry Ponte. Quizás una de las canciones que más me afectó en aquel momento, aparte de la música de los Piratas. Jamás he estado bien en una discoteca de tarde, y menos el Oliver. Euforia. Lágrimas. Otra vez euforia. Curiosamente, este efecto no me pasa de noche. Para mí el Oliver se transformó en una necesidad, en mi primera etapa de colegio, era el único lugar en el que podía estar con JM. Con mi trauma. Recuerdo que las primeras veces que me las encontré allí, trataba de evitarme. Las últimas, estaba muy cariñoso, y me decía que "era su amiga". (Un récord para mí jajaja) Sin embargo, los ojos no engañan. Afortunadamente, muy pocas veces ví a JM liándose con una chica las veces que estaba yo. Para mí, este chico se convirtió en una droga. El principal motivo de mi euforia o mis lágrimas en el Oliver. Cuando cerraron el Oliver, me vino una preocupación a la mente. Se había acabado ya. No vería más a JM. Quizá sería bueno para olvidarlo, pero hoy día, JM sigue presente.: No puedo escuchar canciones en italiano en una discoteca. No puedo ir a una discoteca de tarde. No puedo ir mucho por el colegio, o por la zona de donde estaba la susodicha discoteca. Algunas canciones no puedo escucharlas cuando estoy mal. Intento olvidarme de él con otros chicos, pero nunca hay enamoramientos tan profundos. Hace ya un año que no lo veo. Pero si lo viera aún estaría mal. Ésto que he escrito es precisamente la consecuencia de estar escuchando el Giulia de Gabry Ponte. ¿Se acabarán mis emociones descontroladas algún día? ¿Olvidaré de una vez a JM?