Estaba perdida, solitaria. Encerrada en mis penas pasadas. Era sólo yo. Nadie más. El mundo me había dejado de lado, cuando de repente llegaste tú. Dos ojos verdes me iluminaron y me vieron de una forma diferente a la mayor parte de los ojos. Tu boca me susurró dulces palabras. Tus manos me salvaron de las tinieblas. Las pesadillas abandonaron mi mente, la ilusión volvió a mí. Y una felicidad intensa me recorrió todo el cuerpo.
Por fin, ha llegado el momento de olvidar penas y rencores pasados, y de navegar en la apasionante aventura del amor, ese amor que siempre cambia cualquier estado de ánimo y crea un caos temporal, de no saber que hacer, sonrrojarse y sentirse querida. Con tiempo, todo se arregla, todo va a su lugar, y la armonía se restablece mientras los corazones palpitan al unísono. Las almas parecen unirse mientras las estrellas bailan. Respiraciones entrecortadas y los nervios de abrazarse por primera vez, sintiendo que 1+1 vuelve a ser un 1 que se funde entre dos, cuando se está enamorado. Esa playa a la luz de la luna llena, soñando con no separarse nunca. La suave brisa, moviendo tus cabellos, y tus brazos, rodeando los míos... Por fin.
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